Carlos M. Marte Ortiz
Psicólogo - Neurocriminólogo
Los delitos
contra la libertad sexual, denominado agresión sexual, generan un tipo de
aversión muy marcada en la sociedad. Los sujetos que cometen este tipo de
delito se les conocen como agresores sexuales, delincuentes sexuales,
depredadores sexuales. Y ante la sociedad, hay un rechazo total, cuando se
habla de agresión sexual, ya que las personas agresoras están pasando una
barrera ética, social y legal que son inquebrantables.
Estos sujetos suelen tener necesidades
especiales, las cuales les inducen a cometer la agresión, y compensan mediante
el sexo ilícito aquellas carencias de corte emocional y cognitivo, mediante la
satisfacción de poseer a la fuerza a la víctima. Ya que la mayoría de estos
sujetos suelen llegar a tener la percepción de que no existen otras formas
disponibles para obtener esa gratificación, y justo, este tipo de percepción
nos permite tener un acercamiento al modo en cómo funciona la mente de estos
agresores, pues se evidencia un marcado esquema de pensamiento distorsionado o
disfuncional.
Las víctimas en este caso, la
mayoría quedan marcadas de por vida, persistiendo para siempre aquellas
secuelas psicológicas como producto de la agresión sexual.
Dado esta demanda, se hace prioritario el desarrollo de
programas específicos dentro de los centros penitenciarios, que se enfoquen en dar
respuesta a este tipo de conducta, y se pueda de este modo alcanzar la
finalidad de la pena, que es lograr la reinserción y la reeducación, y ofrecer
herramientas para evitar o reducir la reincidencia. En este caso, se propone el
programa SAC (Control de Agresión Sexual), el cual ha demostrado ser eficiente
para el manejo de este comportamiento delictivo.
De acuerdo al documental ‟La mente del violador”, la implementación de
este programa ha permitido reducir los niveles de reincidencia a este tipo de
delito a un 4 %, por lo que, de acuerdo a las afirmaciones de los
especialistas, uno de cada cinco violadores sin tratamiento vuelven a reincidir
en la agresión, aquí radica la importancia del uso de estos programas.
Estos datos, de forma más detallada se indican a
continuación:
En un estudio llevado a cabo por Redondo, Navarro,
Martínez, Luque y Andrés (2005; citados en Uliaque Moll, 2017), mostraron que
tras un seguimiento de 4 años de reclusos que habían pasado por el programa SAC
solamente reincidieron por delitos de agresión sexual un 4% (en el grupo
control, no tratado, reincidieron un 11%). Pero independientemente de la
efectividad del programa, queda un vigente riesgo, y de esto están consciente
todo el equipo de funcionarios que componen el sistema penitenciario que
trabajan directamente con estos agresores, en palabras de Navarro ‟lo que hacemos es gestionar el riesgo, y tratamos de gestionarlo
lo mejor posible” (min. 41.)
El programa SAC adopta un enfoque de corte cognitivo
conductual, representando una de las intervenciones psicológicas que más auge
ha tenido en los últimos años, debido a su eficacia y validez. Estos se basan
en la modificación de aquellos patrones de pensamientos distorsionados que en
este caso se han relacionados con la conducta sexual agresiva, de este modo,
modificar esta conducta agresiva. En este caso, es un programa aplicado en la
población penitenciaria, para aquellos que han cometido algún delito de
agresión sexual, y consta de 200 sesiones las cuales se trabajan en grupo e
individual durante dos horas por sesión.
Este programa se estructura en varias fases de
intervención, las cuales se dividen en dos grandes bloques:
1. La toma de conciencia.
2. La toma de control.
En el primer bloque se abarcan un conjunto de
intervenciones que comprenden temas, tales como; mecanismo de defensas,
introducción a la restructuración cognitiva, análisis de la historia personal,
conciencia emocional, empatía hacia la víctima, entre otros.
El segundo bloque abarca intervenciones que comprenden
temas como; distorsiones cognitivas, estilo de vida positivo, educación sexual,
modificación del impulso sexual, prevención de recaída etc.
Pero dentro de todo este conjunto de intervenciones,
también se hace necesario desmontar mitos sobre los agresores sexuales, estos
nos permiten conocer más a esta población, y de este modo intervenir, y
fomentar políticas educativas, y de acuerdo con Navarro (2008), uno de los
mitos de la sociedad es que entienden que todos los agresores sexuales son
enfermos mentales, y es lo contrario, suelen ser muy pocos como afirma el
autor.
En cuanto a la intención real de participar en estos programas María José Valera (véase min. 38: 40 del documental) cuestiona el elemento de que muchos de los que
participan en este programa lo hacen para la obtención de beneficios y no por
el interés de tener una rehabilitación social real, lo que, en este caso,
amenaza el sentido de reinserción en estos individuos, pero no todos llega a
concluir el programa, y esto aumenta el riesgo de reincidencia.
Referencias
Documania TV.
(2008). La mente del violador. [Video]. https://www.documaniatv.com/social/documentos-tv-en-la-mente-del-violador-video_0fe79824a.html
Navarro, J.C. (2008). La mente del violador.
[Video]. Documania TV https://www.documaniatv.com/social/documentos-tv-en-la-mente-del-violador-video_0fe79824a.html
Uliaque Moll, J. (14 noviembre, 2017). El programa de control de la agresión
sexual: así funciona este tipo de tratamiento. [Blog]. Psicología y mente. https://psicologiaymente.com/clinica/programa-de-control-agresion-sexual